El reto de recuperar la calle 13 de Soacha

Una calle repleta de comercio, inundada de vendedores ambulantes, variedad de productos y congestionada como ninguna otra en Soacha, está en la mira de las autoridades. Sin embargo el reto no es fácil porque hay verdaderas mafias que la invadieron y exigen dinero por usarla; dice el secretario de gobierno que los cobros mensuales por cada espacio ascienden a seis millones de pesos.


vendeores-ambulantes-soacha
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El dolor de cabeza de la calle 13 de Soacha comenzó cuando se peatonalizó totalmente la vía hace más de 20 años, situación que la volvió atractiva para los vendedores ambulantes. “Yo me acuerdo que en el gobierno de Gonzalo Rodríguez se peatonalizó la mitad y luego en el de Jorge Ramírez se adoquinó toda, incluyendo el parque principal”, dijo José Alfredo Galarza, residente en Soacha.

Quienes conocieron la calle 13 cuando era una vía vehicular recuerdan que el problema de espacio público era mínimo, pero muchos aseguran que la invasión no creció sola. “Uno escuchaba que en el gobierno del cura se abría espacio para las personas que querían poner un puesto en la calle, y que por eso les cobraban”, aseguró una residente del centro de Soacha.

Gobierno tras gobierno el problema fue creciendo y ningún alcalde quiso meterle mano al asunto porque se comenzó a hablar de mafias organizadas que se habían apoderado de cada centímetro de la vía. Jorge Ramírez, Darío Cabra, Carlos Bello, Jesús Ochoa, Ernesto Martínez y Juan Carlos Nemocón, nombres que han dirigido los destinos del municipio en los últimos 25 años y que la gente los recuerda por su poca efectividad a la hora de recuperar el espacio público.

El lío es que cada mandatario termina su periodo y se va, dejando un verdadero problema a los residentes que a diario transitan por las calles del municipio, además de empeorar el paisaje porque estéticamente la ciudad se desordena. “Caminar por la calle 13, la 15 y por donde hay vendedores es un verdadero reto porque hay momentos que es casi imposible hacerlo por la cantidad de puestos y de gente, además los visitantes dicen que parece un mercado persa”, aseguró Yineth Ariza, residente en el centro de Soacha.

Pero lo que hicieron o dejaron de hacer los alcaldes anteriores ahora no importa, por lo menos eso dicen algunos residentes del municipio interesados en recuperar la calle 13. “Lo que verdaderamente importa hoy es que el actual alcalde se amarre los pantalones y sea capaz de trasladar a los vendedores ambulantes para que esta vía vuelva a ser como era hace más de 20 años”, aseguró Gabriela Páez, propietaria de un establecimiento de comercio.

Esta administración dice que el reto es recuperar el espacio público, por eso comenzó con el puente peatonal de Unisur y la calle 30 de San Mateo. Sin embargo lo que algunos cuestionan es el procedimiento porque consideran que la alcaldía no ha cumplido la norma al pie de la letra. “Nosotros no nos oponemos a que recuperen el espacio público, lo que rechazamos es la improvisación, que se omita la norma y que la Policía atropelle a la gente”, sostuvo un vendedor.

Si bien esta administración recuperó el puente peatonal de Unisur y la calle 30 de San Mateo, la comunidad reclama que se intervenga la calle 13, pero sin atropellar a las personas y ofreciendo garantías a quienes han venido trabajando en este espacio.

Desde la Secretaría de Gobierno y la Dirección de Desarrollo Económico se trabaja para recuperar la calle 13, incluso este medio supo que antes de mitad de año se intervendría, reubicando a algunos vendedores y sacando a quienes cobran por los puestos, que a propósito hay denuncias de arrendarlos por 30 y 40 mil pesos diarios.

Aunque recuperar la calle 13 es un clamor ciudadano, líderes, vendedores y defensores de derechos humanos advierten que deben cumplirse los protocolos para hacerlo y así evitar atropellos a las personas. “La alcaldía y la Policía deben perseguir es a las mafias, a quienes cobran y amenazan, a los negociantes del espacio público, no a los que se ganan el diario aguantando lluvia y sol”, finalizó Juan José Santiago, estudiante de trabajo social.

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